Con el crowdlending las empresas tienen otra alternativa para conseguir la financiación de sus inversiones, y con la que beneficiarse de ventajas como la diversificación de sus fuentes de crédito, o la notoriedad derivada de utilizar el crowdlending como fuente de financiación.
Por otra parte, los inversores particulares se benefician de una mayor rentabilidad, son conocedores y deciden el uso que se le da a su dinero y a su vez generan impacto positivo con él.
Nos alejamos así del prestamista tradicional, los bancos, obteniendo la financiación a través de particulares.
En el crowdlending, prestamista y beneficiario se ponen en contacto (normalmente mediante una plataforma digital) para establecer la bases del contrato o vínculo jurídico, determinando la cuantía, los tipos de interés y el plazo de devolución, entre otros.
Es decir, es una forma de desintermediación bancaria. Gracias a la tecnología, con una plataforma virtual de crowdlending podemos obtener financiación. Eso sí, aunque tiene sus ventajas, no está exenta de riesgos.
Por su parte, la empresa también encuentra notables ventajas, ya que la tramitación y concesión del préstamo es más rápida y barata que a través de los cauces tradicionales y, además, las condiciones de cuantía y amortización resultan bastante flexibles.
Con todo, algunos de los riesgos para el inversor es que el prestamista no devuelva el dinero o no pague intereses. Hay muchas plataformas nuevas en esta línea y no todas están debidamente reguladas o lo suficientemente consolidadas.
Lo anterior, provoca que accedan a la plataforma personas que lo único que quieres es estafar. También puede ocurrir que la plataforma desaparezca y se pierda el vínculo entre las partes. O bien, que sea más difícil gestionar los pagos a todos los inversores.