Desde 2011 el Programa YANChile de la Universidad Andrés Bello y el Instituto Profesional AIEP busca premiar y generar redes entre jóvenes agentes de cambio social. Daniela Retamales, de la Fundación Prótesis 3D y Valentina Ruiz-Tagle, coordinadora de YANChile de la Universidad Andrés Bello, cuentan la experiencia de una convocatoria que este año está abierta hasta el 21 de agosto.
Desde Viña del Mar y con cuatro impresoras 3D funcionando, Daniela Retamales, ingeniera civil industrial y creadora de la Fundación Prótesis 3D nos cuenta que llevan entregadas más de 400 prótesis de brazos para niños y adultos, todas con material reciclado, más de 300 horas de rehabilitación y más de 20 jóvenes privados de libertad capacitados.
“Un día vimos un video de una niña que recibía una de estas prótesis en Inglaterra. Su emoción al abrazar a su hermana y poder agarrar a su muñeca nos hizo pensar en por qué nadie estaba haciendo eso en Chile”, explica Retamales, quien partió junto a sus socios comprando, hace seis años, una impresora desarmada en República Checa. “Nunca antes habíamos visto una impresora 3D y la tuvimos que armar como un lego gigante. Empezamos a aprender a hacer prótesis, tuvimos en apoyo de una organización internacional que nos ayudó con diseños y procesos”, cuenta desde su fundación que en 2017 ganó el premio YANChile y que de ahí en más ha seguido buscando llegar a más personas con discapacidad para ayudarlas a sentirse mejor, aparte de la funcionalidad de sus prótesis.
“La primera prótesis que entregamos fue a Alex, un señor que tuvo un accidente laboral y ahí nos dimos cuenta, con el apoyo de nuestro traumatólogo, de los beneficios que tenía esta prótesis, más allá de la estética: era más liviana, ejercía menos puntos de presión y como buenos ingenieros, veíamos que la funcionalidad era lo más importante, que pudiera abrir una puerta, tomar un vaso de agua. Pero con Alex nos pasó que él nos dijo que, con la amputación, no sabía cómo saludar a su hija y ahí te das cuenta que va más allá de la funcionalidad, él ahora estaba orgulloso con su prótesis”.
Desde ese primer caso, ha pasado una pandemia y una crisis social, pero la Fundación ha seguido persiguiendo su propósito. “Se pueden hacer prótesis personalizadas a bajo costo. Muchos beneficiarios nos han dicho que ellos no se sienten una persona discapacitada, pero que el resto los hace sentir así. Las prótesis vienen a cambiar eso. Una niña que no quiere ir al colegio porque le dicen pirata y que después la invitan a hacer cocadas o un compañero le dice que quiere tener una mano como la de ella. Los beneficiaros se involucran del proceso. Si una niña la quiere rosada con morado, ocupamos esos colores, si la quieren de Frozen, también. Eso las hace sentir más propia y llamativa positivamente para los otros”.
EL IMPULSO DE YANCHILE
Retamales, como tantos otros emprendedores, reconoce que en el camino del emprendedor se comenten muchos errores y que además es una ruta solitaria. Ahí YANChile fue determinante. “Más allá de un premio, es una comunidad de emprendedores con foco social en un montón de industrias, pero los desafíos de los emprendedores son transversales: gestión de equipos, de proyectos, y entras a una comunidad donde te van a dar apoyo y se abren nuevas oportunidades, no solo por el trabajo entre emprendedores, sino que también por la Universidad Andrés Bello, que a través del programa nos ha abierto oportunidades y eso es lo más rescatable, aparte del beneficio económico y el diplomado para los ganadores”, explica.